Nada fue a adrede.
Nada fue hecho al azar.
Hubo negación, rebeldía
e incumplimiento de órdenes.
La única opción que
tenía, resultó ser la mejor decisión. Diseñar un plan estratégico.
Y así fue.
No
hay dudas de que la mayor gesta heroica que tuvo nuestro país fue el Éxodo y
nos pertenece. Cada 23 de agosto, Jujuy aparenta ser la capital nacional. Presumimos de eso, nos
encanta. Pero ¿cuánto sabemos?
Dejar
tierra arrasada al enemigo fue una estrategia militar muy bien pensada por
Belgrano. Significó para la época y el
contexto histórico, prender fuego a la identidad de un pueblo, renunciar a su
cultura, su historia, dejar la vida
misma en busca de otra vida. Debió ser el mayor sufrimiento de desarraigo que
alguien pueda sufrir.
No
fue fácil para los que se fueron ni para quienes se quedaron. ¿Qué minoría
habría tomado tremenda decisión de quedarse y con qué motivo? Eran 600
originarios huyendo de un frente letal armado con 3500 hombres decididos a
matar o morir.
Entonces…
¿De qué valía quedarse? Eso también era
parte del plan ¿No te lo contaron? Las mujeres, a quienes los manuales parecen
olvidar, tuvieron un papel principal que la ficción tampoco lo cuenta.
Aquellas,
con el fuego del dolor, el sufrimiento, la desolación y separación, fueron la
clave de la estrategia. Debían ser cautas y
permanecer en disimulo, actuar de espías para robar información. Mujeres sin educación, esclavas, sin conocimiento de lecto escritura unidas a
las damas de la alta sociedad por un sentimiento. Ese que sale de sus vísceras
cuando debe defender, todas eran guerreras, luchadoras, capaces de entregarlo
todo.
Aquella
mujer que supo acompañar acciones de guerra, la que no se rindió fácilmente y
supo encontrar en la adversidad una oportunidad. Como una analfabeta que debió
idear la manera de contar los soldados que veía en los cuarteles, ofreciendo
empanadas y pastelitos mientras depositaba maíces en su bolsillo. La china, Doña Petrona Arias, una mujer de a
caballo responsable de llevar la correspondencia secreta. Doña Martina de Gurruchaga
quien formó su propia tropa con sus hijos y peones de estancias, uniformándolos
con ponchos azules. Doña Toribia, la
linda, la que desplegaba sus dotes para coquetear con los jefes a cambio de
información y muchas otras… Doña
Celedonia, Doña Andrea Cenarruza , Pacheco de Melo, Sanchez Loreto, Magdalena
Güemes, Doña Juana Torino, tuvieron que soportar torturas. Como el entierro de cemento que sufrió Juanita Moro, tapiada en su propia casa para que muera,
siendo sus vecinos quienes se apiadaron derribando una pared para poder
alimentarla, salvarla y seguir luchando. Juana
Azurduy, nombrada Teniente Coronel del Ejército por Belgrano.
¿Dónde están estas mujeres? ¿En la memoria de qué textos descansan? Las crónicas
de guerra escritas por Pezuela, relatan el segundo éxodo de Jujuy un 4 de
Junio de 1814. Tan fuerte era la presencia femenina que debió encerrar a las
mujeres en Huacalera.
Otras
permanecen en el anonimato, como una generala negra que por su color de piel no
figura en las nóminas oficiales. Las lavanderas que enterraban la
correspondencia con información en algún árbol a orillas del río, que los
patriotas recogían de noche.
La
figura de las mujeres decididas a portar armas, a dar batalla sin importar
diferencias sociales ni raza, todas unidas para hacer patria en tierra
arrasada.
Todas
merecen un lugar en nuestra historia.